Nietzsche y la crítica a la filosofía occidental (I)
Nietzsche el solitario
Todos los filósofos, o
al menos los grandes filósofos, se posicionan de algún modo ante la historia de
la filosofía como si fuese un todo. En algún momento de sus obras hay una frase
mas o menos así. “Todos mis predecesores se caracterizaban por
esto….y se equivocaban”. En este sentido la historia de la filosofía
es un permanente reinicio. Cada reiniciador es incluido por el siguiente dentro
de su serie, pero esto no es lo que importa. Lo que importa es ver como se
repite en la filosofía este sentimiento de ser pionero, la convicción de haber
salido del modo común de ver las cosas.
(Por eso la soledad es el espacio del
filosofo. No halla comunidad con sus contemporáneos, pero tampoco con sus
predecesores.)
Ningún filosofo ejemplifica mejor esto
que Nietzsche. El fue, y se concibió como tal, un verdadero reiniciador.
También fue, y se concibió como tal, un verdadero solitario. Cuando leemos su
biografía comprendemos que experimentó como nadie una doble vecindad de la
filosofía; La vecindad con la soledad y la vecindad con la locura.
Nietzsche el vidente
La originalidad de
Nietzsche es radical también en un sentido etimológico.
Volvió verdaderamente a las raices, a los orígenes de la filosofía. De
esto nos apercibimos apenas abrimos una de sus obras. Él recuperó para la filosofía
dos antiguos medios de expresión; el aforismo y el poema, que ya utilizaban Heráclito y
Parménides mas de veinticuatro siglos antes. Pero seria exagerado decir que
Nietzsche uso la forma aforística y la poética para regresar a los
presocráticos, pues no se obligó a escribir poemas y aforismos; el era
realmente un gran escritor aforistico y un brillante poeta. Mas bien lo que
pasaba es que Nietzsche recupera un modo de hacer filosofía perdido desde los
presocráticos.
Lo característico de esta filosofía
poética es que tiene un sentido observante, no un sentido argumentativo. No
pretende con-vencer, porque no concibe el saber como polémica. Desde Sócrates
en adelante, el conocimiento ha tomado la forma de “lucha y autoafirmación”.
Polémica contra los otros, polémica contra los objetos… el conocimiento no ha
sido mas que Voluntad de Poder, (o mejor, de dominio) Nietzsche pretende salir
al paso de esta tradición. Pretende sustituir el conocimiento por la
clarividencia, la figura del filosofo por la del sabio (Zaratrusta), casi el
vidente. Lo característico del vidente es que no adopta ninguna postura propia
y no se sitúa frente a los objetos. Su conocimiento es mas bien reconocimiento;
de los ciclos vitales, de la vida y la muerte. Semejante personaje no aspira a
la polémica, al discutir y discutir hasta cargarse de razón, sino al
acompasamiento. Ve al orgulloso sujeto , al yo, como una estructura de la
obstaculización. La vida creativa florece allí donde los individuos aprenden a
fluir con las cosas y renuncian a obstaculizar (renuncian al yo, a su
conciencia moral, a su superyo, a su conciencia de clase… )
Nietzsche el sofista
Nietzsche pretendió
recuperar este modo de hacer filosofía, olvidado en la tradición filosófica
desde Sócrates en adelante. Su voluntad de escapar de la tradición era tan
grande que se plasmó en su lenguaje. Cada filosofo inaugura un lenguaje
particular, pero en Nietzsche esto está tan claro que llama la atención
continuamente. No es solo que renuncie a la exposición argumentativa clásica;
es que además introduce tal numero de conceptos radicalmente nuevos en la
filosofía (nihilismo, voluntad de poder, superhombre...) que uno
se pregunta si en ese imaginario dialogo filosófico entre todos los filósofos
Nietzsche no estará hablando de otra cosa. Pero para Nietzsche recrear el
lenguaje era realmente una necesidad filosófica, no una extravagancia. ¿Por
qué?
Nietzsche se va a
preguntar como significan las palabras. La
respuesta clásica es; las palabras tienen un significado porque las cosas
tienen una esencia. Por encima de su naturaleza convencional, las palabras
conservan un significado gracias a su esencia. A lo largo de la historia de la
filosofía, la discusión principal es si los hombres acceden de hecho a estas
esencias, o si el acceso a las esencias es algo asintótico, es decir;
susceptible siempre de mejorarse, pero no de completarse. Pero Nietzsche
no se interesa por esta cuestión. Mas bien es la misma cuestión de la esencia
lo que le resulta sospechoso. ¿El significado de las palabras se basa en la
esencia? Mas bien es al reves, dice Nietzsche, creemos que las cosas
tienen una esencia porque tienen un significado convencional.
Cuando Nietzsche
afirma que los hombres creen en Dios porque creen en la gramática, no hace mas
que reconocer esta relación entre significado y esencia, entre lenguaje y
ontología, vale decir; metafísica. Luego, en “Verdad y mentira en sentido
extramoral”, afirmó esta tesis
escandalosa. Verdadero es lo que favorece la vida, falso lo
que la perjudica. La tesis es perfectamente coherente con la
convencionalidad del lenguaje; si los significados son impuestos, lo son en
tanto sirven a un interés.
Si quereis entender
esto, acordaos de cuando a principio de curso hablabamos de los sofistas.
Recordad los discursos de Bruto y Marco Antonio en Julio Cesar.La pregunta que podriamos hacernos es algo
asi como: ¿Merecia realmente Julio Cesar morir? ¿Cual es
la verdad? Pero esta cuestión no tiene respuesta para
Nietzsche. No hay ninguna verdad que sacar a la luz, sino solo opiniones
enfrentadas (la de Bruto, la de Marco Antonio). Y la opinión que triunfa es la
mas conveniente.
En su antiesencialismo, Nietzsche
profesa una suerte de nominalismo; no existen las esencias, solo semejanzas.
Como la esencia se manifiesta en la definición y la semejanza en la metáfora,
un lenguaje metafórico es mas honesto que uno construido sobre definiciones
(porque la metáfora no aspira a determinar esencias, sino solo a mostrar la
semejanza de algo, que es accidental y mudable.)
Un resumen un poco rápido de esta
cuestión es que los filosofos clásicos, (Platón sobre todo) han entendido
que cuando llamamos a varias cosas por el mismo nombre es porque comparten una
esencia común. Por ejemplo, que todos los hombres tienen algo en común, que
todo lo bello tiene algo en común, que todo lo justo tiene algo en común, etc.
(Y eso es la Teoría de las Ideas)
Pero para Nietzsche,
cuando hablamos de algo que tiene el mismo nombre solo hay algo así como un parecido de familia; los hombres se parecen en algo, lo
bello se parece en algo, lo justo se parece en algo…
Esto es un cambio
bastante profundo en la forma de ver las cosas; porque
los parecidos son subjetivos e interesados; es normal, por ejemplo,
que una persona vea parecidos donde otra no lo ve, a todos nos pasa esto. Es
común que para alguna gente tal actor se parezca a tal persona, o que tal bebé
se parezca a tal o cual familiar… mientras para otra gente no hay ningun
parecido. Esto resulta normal, pero Nietzsche avista que tambien pasa lo mismo
con el resto de nuestro conocimiento; a mi me parece algo
justo, me parece algo bello, algo me parece amistad, algo me parece verdad… a otra gente no le parece en
absoluto (porque no le interesa que sea así)
Que no existan
esencias, sino semejanzas, quiere decir que en los seres no hay una identidad
común, sino a lo sumo una semejanza. La diferencia es que la esencia es algo
esencial, esto es, necesario, mientras que la semejanza es algo accidental. A
cierto grupo de individuos se les llama hombres no porque lo sean, sino en
virtud de cierto tipo de interés. A lo
que Nietzsche hace referencia es a la complejidad del proceso de
atribución ontológica, es decir, a la complejidad de responder a una pregunta
como “¿que es eso?”. Esta complejidad reside en que es colectivamente, y en
virtud de intereses (y no individual y desinteresadamente) como se
responde a la pregunta.
En esta situación, decir la verdad,
responder de forma satisfactoria a la pregunta “¿que es eso?”, significa tan
solo usar las metáforas usuales. Lo que pasa es que el hombre, claro está, ha
olvidado que la naturaleza de su lenguaje es metafórica. A fuerza de usarlos,
ha llegado a creer que el significado de sus conceptos es universal y
necesario.
Si no
hay esencias, y si el lenguaje es metafórico, el conocimiento es interpretación, pues no se averigua, sino que se interpreta, el
significado de una metáfora. ¿Y en donde se detiene y descansa la
interpretación? La interpretación no se detiene
nunca. Privado de una referencia a la esencia, el conocimiento
se convierte en interpretación y la interpretación tiene carácter recursivo;
siempre es a su vez susceptible de interpretarse.
Para daros una
ilustración de aquello de lo que habla Nietzsche, aqui os dejo una magnifica
referencia en la película Rashomon, de Akira
Kurosawa. Este filme es una de las obras maestras de uno de los directores mas
importantes de la historia. La película describe un crimen a traves de las
versiones de cuatro personajes; el asesino, la victima, su mujer y un testigo.
¿Cual dice la verdad?
Nietzsche descubrió en
esta infinitud de la interpretación el carácter maldito del conocimiento. El
hombre no puede perseguir interpretaciones infinitamente, y en algún momento ha
de detenerse y decir: “esto no es interpretación; es mi certeza”.
No hacerlo así supone caer en la locura. En esta tensión se encuentra el
filosofo: el conocimiento pide continuar la interpretación, la vida pide
“basta”. “Perecer por el conocimiento absoluto muy bien pudiera formar parte
de los fundamentos del ser.” (Mas allá del bien y del mal.
En la primera parte de este libro, hay frecuentes referencias a Descartes; su
objetivo de alcanzar un conocimiento absolutamente fundado le parece inútil a
Nietzsche, que trata de refutar el cogito.). La historia de la filosofía es una
historia nefasta donde cada filosofo lega a sus descendientes una
interpretación mas refinada y mas antivital que la anterior. Por eso Nietzsche
se propone recuperar la sana ingenuidad presocrática.
La interpretación es
infinita. Pero además la interpretación es impuesta. Sabemos para qué; para
reforzar la vida. Pero ¿la vida de quien? En ocasiones, la interpretación
refuerza la vida de todos los hombres, es entonces meramente una adaptación
biológica. Pero a veces la interpretación es impuesta por unos hombres a otros
para reforzar su vida. Por todo ello, interpretar una
interpretación no es preguntarse acerca de que se habla, sino a quien
sirve, a que sentimiento vital. No en vano Nietzsche ha comenzado
como filólogo y terminado como fisiólogo.
Fisiólogo de la Voluntad de Poder.
Que el lenguaje expresa un sentimiento vital es la concepción de Nietzsche de
que el lenguaje expresa una voluntad de poder. Pero con ello del análisis del
lenguaje hemos desembocado en la medicina. Y de eso hablaremos en el proximo
capítulo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario